lunes, junio 27, 2005

XVII Y I/II











Ocurrió un fin de semana en las fiestas de un pueblo de cuyo nombre no quiero acordarme, en un bar que aunque quisiera no podría acordarme, cuando empecé a hablar con ella por el motivo secreto que hace que un hombre y una mujer hablen en un bar con dos copas de más.
Probablemente era la chica más guapa del bar. No. Probablemente no lo era, pero era la más natural, alegre y la única que refrescaba el ambiente enrarecido de aquel antro.

Pronto estábamos hablando de cualquier cosa intrascendente, intentando que pasasen los diez minutos de cortesía, consensuados ya en la primera cumbre de la ONU, necesarios cumplir antes de poder dejar que los caballos salvajes rompan su ataduras y corran por el monte buscando un manantial. (parece un poco absurdo pero esto demuestra una vez más que somos animales, debemos dejar nuestra razón y voluntad y plegarnos a los dictados del cortejo ritual).

La cosa iba bien hasta que en el minuto nueve comentó algo de unas monjas. Entonces se paró la música, se encendieron las luces y sonaron todas las alarmas. Creo que incluso se puso a llover en ese antro de perdición.

Yo- cuantos años tienes?
Lolita- 17 y medio (cuya contestación delataba que era real).

En ese momento saqué la pequeña bomba de humo que tengo siempre en el bolsillo por sí la cosa se pone fea y tengo que salir volando, la tiré y desaparecí.

Si va a ser verdad que todos los gatos son pardos, y quizá yo un poco tonto.
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