gruñídos de oso

Empieza el año y como mucha gente tengo mil propósitos...uno de ellos es hacer deporte....decido ir al gimnasio y nadar, dos actividades que nunca me han gustado nada. Hago la maleta y después de currar me decido.

Odio los gimnasios...

Lo primero es que me encuentro a todos los perdedores de la ciudad (como yo) que, después de las comidas navideñas y de los excesos gastronómicos y sedentarismo invernal, deciden poner fin a sus más que preocupantes michelos. Probablemente iremos cayendo poco a poco y cada vez quedarán más bicicletas y tablas de abdominales libres.

Que alguien me explique por qué coño están las bicis mirando al espejo?. Para no perder de vista el mal aspecto que tenemos y pedalear más fuerte?...y lleno de gordos viejos sudando... entonces me pregunto para qué voy si todos los que vienen están tremendos? Cómo puede decir la gente que en un gimnasio se liga...

Para colmo, hay dos televisiones, en una ponen un documental de ratones (de ratones, te fijas? que astutos), en el otro un partido de nadal (será para que valoremos la importancia del esfuerzo...). Además, el reloj está enfrente y parece que un minuto dura 180 segundos.
Cuando decides sentarte en una “maquina” descubres que no sabes usarla, y que los mangos están húmedos...

No entiendo como a la gente le gusta este espectáculo de músculos, sudor y espejos.,..espejos por todos lados.

Y por qué voy? Pues porque quiero bajar unos kilitos y esta mierda de vida y de tiempo no deja tiempo para mucho más.
Otro día comentaré lo de los submarinos en la piscina... que de gruñir, por hoy, basta.
Pues nada, que feliz año si alguien lee esto....y que se alarguen pronto los días para poder hacer otro tipo de deportes “más sanos”...grgrgrgrgr